miércoles, 17 de agosto de 2011

Sueños



El hombre pasa su vida entre dos universos inexplicables: el de la vigilia y el del ensueño. Ambos reportan experiencias enigmáticas, sobre ambos formula hipótesis plausibles pero no necesariamente ciertas, en los dos en juguete de fuerzas que la conciencia maneja de manera parcial.
Al soñar somos guionistas, escenógrafos, director y protagonistas de una obra que creemos real pues ignoramos que viene de nosotros mismos. Contemplamos nuestro interior creyendo ver el exterior. Quizás por ello durante el ensueño aceptamos inconsecuencias que en la vigilia creíamos síntomas de locura. Pero el loco como el soñante, cree estar cuerdo. Lo más perturbador es que desconocemos el propósito, el mecanismo, el lenguaje, el significado de esta creación que ocupa casi la tercera parte de nuestras vidas.
Así como estamos despiertos o dormidos por rachas consecutivas, mientras dormimos tenemos intermitentes ráfagas de ensoñaciones que se alternan con lapsos de sopor profundo. Mientras el cerebro, las ondas cerebrales y los ojos son agitados por la ráfaga de ensoñación, disminuye el tono muscular y el cuerpo reposa; cuando las ensoñaciones nos abandonan, descansa el cerebro y el cuerpo se agita, cambia de posición y es propenso a despertar.
Quizás por ello se pensó que los ensueños protegían el dormir, dando explicaciones imaginarias a los estímulos que podrían despertarnos. Toda una literatura custodia el sopor de las muchedumbres explicando el mundo con los términos de quienes las oprimen.
Durante un tiempo se creyó (o aún se cree) que los sueños eran premoniciones, y también lo han sido las creaciones literarias.
El talmúdico Dr. Freud entrevió en los sueños la satisfacción de deseos, y mucho de ello hay en las ficciones literarias. Pero ni unos ni otras son desfiles de deseos saciados (con frecuencia representan el misterio, la frustración, la angustia)
Ello ha llevado a creer que el objeto de lo literario era el disimulo del lenguaje bajo una indescifrable acumulación de códigos.
Los neurólogos proponen que el soñar tiene por objeto reclasificar los contenidos percibidos durante la vigilia. Quien toma somníferos duerme pero no sueña y por tanto no reposa. Los mismo sucede con quien cae en el sueño natural y es despertado. En ambos casos, la falta de ensueño produce fatiga extrema, desorientación, agresividad, dificultad para recordar y aprender, episodios psicóticos. Parecería que el ensueño del durmiente es condición de la cordura del despierto.
¿Serán entonces los sueños fragmentos revelados de la maquinaria del pensamiento?¿seran ideas abstractas expresadas en forma narrativa? ¿ o las ideas abstractas son sueños representados en signos incorpóreos?
La invension literaria, por su parte, es esa misteriosa reclasificación del mundo que no lo explica pero sin la cual no podemos comprenderlo, quizás el ensueño sea el razonamiento de nuestro hemisferio derecho del cerebro, el cual piensa en imágenes, en sensaciones y emociones, mediante de intuición y síntesis. A lo mejor el ensueño es la traducción intuitiva y sintética de los mensajes secuenciales y analíticos que el hemisferio izquierdo del cerebro le trasmite al derecho.
Quizás los ensueños, como la literatura, sean el lenguaje en el cual se hablan las dos mitades de nuestro ser, y cada una de ellas lo comprende mientra que para nuestra totalidad es impenetrable.
Quedará por decir sobre sueños y vida que su principal encanto es su inexplicabilidad, que si se le aplicara una interpretación infalible ya no nos interesaría.
Quizás la repuesta este en uno mismo, en la genialidad que consista el poder leerlos. ¡Habrá que consultarlo con la almohada!


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