martes, 20 de noviembre de 2012

Gandhi y el Azúcar




Una mujer fue junto con su hijo a ver a Gandhi. Gandhi le preguntó que quería y la mujer le pidió que consiguiese que su hijo dejase de comer azúcar.

Gandhi le contestó: traiga usted otra vez a su hijo dentro de dos semanas.
Dos semanas más tarde la mujer volvió con su hijo. Gandhi se volvió y le dijo al niño: “deja de comer azúcar”.

La mujer muy sorprendida le preguntó: ¿por qué tuve que esperar dos semanas para qué usted le dijese eso? ¿Acaso no podía habérselo dicho hace quince días?
Gandhi contestó: no, porque hace dos semanas yo comía azúcar.

Extraído de: http://www.galeon.com/aprenderaaprender/actitudes/actghandi.htm

Mahatma Gandhi era un hombre de muchas caras, tenía mucho sentido del humor, y a veces parecía un poco irrespetuoso, e incluso en ocasiones, malicioso. Poseía esa extraordinaria capacidad para hablar ante una inmensa muchedumbre como si se estuviese dirigiendo a cada uno personalmente. Inspiración de futuras generaciones, nuestro protagonista sintió que la elección de la no-violencia exigía una convicción muy fuerte, y el obstáculo mayor para ello, era el ocio. Fue rebelde por una causa justa, y un mártir dispuesto a morir por su país. Dijo a un amigo “Se que moriré a manos de un asesino, y cuando esto ocurra, aceptaré esa bala con valor, con el nombre de Dios en los labios…”.
Nacido en una tierra antigua y mística,  Mohandas Karamchand Gandhi, planteó su vida como la búsqueda de la verdad, siempre buscando modos alternativos de pensar y de vivir. Tituló a su autobiografía La Historia de mis experimentos con la verdad”. Su camino de transformación dio comienzo en su casa de clase media en la ciudad portuaria de Porbandar. Ya desde sus primeros años, se aplicaba con extraordinaria disciplina y entrega, teniendo como referencia a su madre, que era profundamente religiosa y se entregaba a largos periodos de ayuno. Una vez, en la estación de lluvias, ella hizo la promesa de no comer hasta que brillara el sol, pero Gandhi y los demás miembros de su familia, querían que su madre comiera, ya que se estaba muriendo de inanición; en tanto ella les dijo “No os preocupéis por mí, estoy bien, y si Dios no quiere que coma hoy, no comeré…”.


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